¡Rodéate De Personas Que Brillen Para Brillar Juntos!


 Muchos de nosotros hemos vivido situaciones en las que hemos querido brillar por encima de los demás, otras en las que preferíamos pasar inadvertidos… Pero lo cierto es que cuando realizamos deporte de competición todos tenemos esa motivación intrínseca de ganar, de querer ser mejores que los contrincantes o, incluso, ser por un día la “estrella” del equipo, el héroe o la heroína del partido, la sensación de la competición…

También hemos escuchado alguna vez la frase: “rodéate de los mejores y te convertirás en uno de ellos”. Pues bien, si analizamos esta frase a fondo podemos encontrar por qué tiene tanto sentido, porque creednos, lo tiene y mucho.

Esto no quiere decir, por supuesto, que por estar rodeado de gente más talentosa, más inteligente, más creativa o más fuerte, se nos vaya a pegar todo ese talento por arte de magia o como si fuera un resfriado. Esta frase alude a que cuando estamos rodeados de gente que es mejor que nosotros en cualquier aspecto, si nosotros tenemos la actitud correcta, decidiremos ser mejores. Optaremos por aprender de estas personas maravillosas que tenemos a nuestro alrededor y que nos proporcionan nuevas ideas sobre aquello en lo que queremos avanzar.

Si lo trasladamos al mundo deportivo… ¿Cuántos entrenadores no os habéis encontrado jugadores que pretendían ser la estrella y se molestaban cuando dejábais que otro jugador brillara?, ¿cuántos deportistas no habéis sufrido la presencia de compañeros cuya única meta ha sido destacar por encima de los demás?, e incluso, ¿cuántos deportistas no habéis querido, en algún momento, ser la persona que destacara sin tener que pensar que había otra mejor cerca vuestra?

Estos pensamientos son totalmente normales pero, a la vez, completamente erróneos.

Tener la suerte de estar rodeados de deportistas de alto nivel nos hace entrenar de forma continua como deportistas de ese nivel. Por eso, cuando se escuchan comentarios como: “no sé por qué se ha ido a ese equipo si no juega nada, será por el dinero”… Quitando las connotaciones económicas, muchos deportistas deciden irse a los mejores equipos, aún sabiendo que no tendrán un hueco dentro del equipo que compite, simplemente porque saben que cuando termine esa temporada habrán mejorado su nivel exponencialmente. 
Porque si entrenan cada día con el mejor equipo del mundo, si tienen que defender a los mejores dribladores o fintadores, si tienen que lanzar y marcar gol a los mejores porteros, si tienen que conseguir anticiparse a acciones de jugadores que tienen la capacidad de tomar decisiones y cambiarlas en décimas de segundo… Cuando finalice esa temporada, si realmente ese jugador ha entrenado con la actitud correcta y ha dado ese 100% diario, será un jugador mucho más valioso de lo que era al entrar.


¡Dejemos de tener miedo porque brillen los demás e iluminémonos con esa luz para brillar juntos!


Para ser capaces de adoptar la actitud correcta ante situaciones de este estilo hace falta una buena dosis de humildad y dejar aparcado a nuestro amigo ego por un rato, así nos daremos cuenta de que cuando eres el único que destaca en un equipo realmente te estás estancando porque todo lo mejor que hay en ese equipo serás tú, no habrá nada que pueda inspirarte, que te haga querer ser mejor, te acomodarás tranquilamente en ese papel sin miedo a que "te quiten minutos o te roben el puesto".

Un ejemplo muy descriptivo que podríamos presentar a nuestros deportitas acerca de esta situación sería la siguiente: si tenemos un campo inmenso de fútbol o un pabellón precioso para jugar a deportes de interior, pero sólo se enciende uno de los focos, ¿qué pasará? Que apenas se podrá hacer nada porque es insuficiente iluminación... Ahora bien, si hay muchos más focos encendidos, unos con más potencia y otros con menos, pero todos ellos cumpliendo su función de iluminar, ahora sí que se podrá jugar en ambos lugares. Como bien sabemos la unión hace la fuerza, cuando nos rodeamos de focos brillantes no sólo somos más fuertes, sino que tenemos esa luz de referencia para buscar tener un brillo similar y competir con nosotros mismos por alcanzar niveles superiores.

De forma que ahora, cuando mires a tu alrededor y veas competencia sabes que ¡no debes de tener miedo, que no tienes que sentir rabia o envidia, debes de estar agradecido porque tienes nuevas metas y objetivos que alcanzar y algo con lo que competir para lograrlas!

Una vez más, todo depende de la forma en que manejes tus PENSAMIENTOS, EMOCIONES Y, CONSECUENTEMENTE, TUS ACCIONES.

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